Con la imagen de Chicas del mundo de Susana Khabbaz, a la que presenta Silvana Girbés en su blog cuadernodemujeres, aludo a la tribu de mujeres. La tribu es una manada, mezclada con seres con los que compartimos afectos y actividades. En Olba hay grupos, casi una prototribu, pero la tribu de La Loba celebra la sangre, y los linajes de sangre, celebra los afectos, las mujeres que nos regalan y se regalan un tiempo de algo compartido. Apostar por probar un tiempo, el estar juntas, el hacer cerca, con espacios de privacidad y cosas comunes claro.
Este llamado ha ido cambiando de forma. La casa está abierta a estancias largas, de convivencia o de buscar juntas algunos ejes para ser. Se alquilan habitaciones para largo tiempo, y en el aquí y ahora vamos construyendo, desde un primer momento de conocernos claro. La experiencia nos dice que en estos tiempos es necesario hacer pequeños pasos, rozarse, hablar, sentir. Cada una exhalamos un aroma, cada una somos una rosa y necesitamos nuestros tiempos y nuestros espacios.
Complicidades, sincronías.
En este momento parece que el universo y la diosa, y el regar los jardines visualizando la imagen de cómo cantaría más la casa habitada de una forma más permanente... se nos han acercado algunas nuevas mujeres. Ana sigue ahí a su manera. Iremos hilvanando camino, y aullando, para que las que sientan el llamado acudan... El entorno es hermoso, ahora miles de flores de primavera y las aguas que cantan, el silencio llama al alma, y cerca pero no fusionadas es suficiente para comenzar a soñar, y/o a hacer pequeños pasitos. Si algún efluvio de la Loba os llama no dudéis en comunicar, andando se hace camino. Y comiendo y paseando y biodanzando y leyendo y con el río cerca que mece las noches cuajadas de estrellas... Karla y Akiara han vivido dos meses, y Natalia se soñó para un futuro... Soraya siempre está cerca.
El sentir va dibujando el camino - a la par que desdibujando lo previo, asentando algunas cosas y borrando otras- y nuestros deseos y sueños tienen vida.