LOBA- ABEJA REINA- GATA
¿Y qué esperas encontrar? ¿Una cabeza parlante enterrada en la arena? Jeannette Winterson
Soy un cuerpo que toca la tierra, y al mismo tiempo está dentro del cuerpo mental-emocional-energético de esa misma Tierra. Así, en ella, me defino como ser humano compartiendo un patrón básico con cualquier ser vivo. Había una vez UNA CASA, hecha con mucho amor, cuya piel albergaba un nicho ecológico para Mujeres. Las abejas reinas, LAS LOBAS, habían alimentado ese cuerpo, esas membranas, creando celdillas de miel, de néctar, de paz, de amor en acción, ciclos y mareas. Otras lobitas corrían en círculos alrededor.
De repente, en un aquí y ahora concreto, una abeja reina decidió marcharse y buscar otros horizontes. La otra abeja reina lloró y aceptó, y fue aceptando más y más y llegando al agradecimiento por toda la belleza, el trabajo y la obra consiguiente realizada, la sabiduría y el amor compartidos. Agradeció y dejó marchar a aquella que fue su compañera. Y empezó de nuevo a encontrar la paz en su soledad sonora.
Ahora, ella es la guardiana de La Casa, pero es básicamente desde un amor por sí misma que intenta descifrar y sentir qué ha decidido ver la Diosa a través de sus ojos. Y es su aroma, como el de una rosa de un intenso rosa fucsia, el que atrae a algunas mujeres y a algunos hombres en cambio. Y, desde la fuerza del silencio, también revolotean como mariposas, ciertas preguntas. ¿Cómo somos las mujeres después de ser fuertes y capaces?...
Ahora como guías un mayor amor, integridad, poder e inocencia dentro el ser. Y, como decía Clarissa Pinkola en Mujeres que corren con Lobos, con una inocencia vigilante. Que no es ingenuidad, que sabe del camino pero elige seguir confiando. Amor, fe en la sacralidad de la vida y esperanza.
En este momento elegimos exhibir nuestros rastros felinos, incluyendo Gracia, Independencia, Alegría e Intuición. Conectamos desde nuestro medio rural, nuestras acequias, cascadas, río, con el AGUA que canta y que ríe, y sus tótems de limpieza como la rana y sus conciertos nocturnos.
Conectamos con el Sol, con La Luna, seguimos el curso de las estrellas en los cielos y recordamos nuestros orígenes. Y navegamos hacia esa aldea sostenible, planetaria, esa aldea de paz.
Soy una Loba, que ahora es una gata con la piel sensible, renaciendo. Como una gata, fieramente independiente. Como una perra, leal. Como una Loba, sabe estar en solitario y en manada. Fieramente leal a la manada. Esa energía feroz subyace, ahora dulcificada. Ahora necesito y cuento con, aunque me gustaría más, afecto y compañer@s jugueton@s. Es momento de equilibrar interacciones sociales y soledad.
Para tod@s las que entrábais y no veíais novedades este texto; cuando la serpiente muda la piel no tiene muchas palabras. Cuando se renace, hace falta un tiempo, para dejar a las nuevas formas que broten. Para que el ello pueda desplegar nuevas formas potenciales. Un abrazo, manada.
Soy un cuerpo que toca la tierra, y al mismo tiempo está dentro del cuerpo mental-emocional-energético de esa misma Tierra. Así, en ella, me defino como ser humano compartiendo un patrón básico con cualquier ser vivo. Había una vez UNA CASA, hecha con mucho amor, cuya piel albergaba un nicho ecológico para Mujeres. Las abejas reinas, LAS LOBAS, habían alimentado ese cuerpo, esas membranas, creando celdillas de miel, de néctar, de paz, de amor en acción, ciclos y mareas. Otras lobitas corrían en círculos alrededor.
De repente, en un aquí y ahora concreto, una abeja reina decidió marcharse y buscar otros horizontes. La otra abeja reina lloró y aceptó, y fue aceptando más y más y llegando al agradecimiento por toda la belleza, el trabajo y la obra consiguiente realizada, la sabiduría y el amor compartidos. Agradeció y dejó marchar a aquella que fue su compañera. Y empezó de nuevo a encontrar la paz en su soledad sonora.
Ahora, ella es la guardiana de La Casa, pero es básicamente desde un amor por sí misma que intenta descifrar y sentir qué ha decidido ver la Diosa a través de sus ojos. Y es su aroma, como el de una rosa de un intenso rosa fucsia, el que atrae a algunas mujeres y a algunos hombres en cambio. Y, desde la fuerza del silencio, también revolotean como mariposas, ciertas preguntas. ¿Cómo somos las mujeres después de ser fuertes y capaces?...
Ahora como guías un mayor amor, integridad, poder e inocencia dentro el ser. Y, como decía Clarissa Pinkola en Mujeres que corren con Lobos, con una inocencia vigilante. Que no es ingenuidad, que sabe del camino pero elige seguir confiando. Amor, fe en la sacralidad de la vida y esperanza.
En este momento elegimos exhibir nuestros rastros felinos, incluyendo Gracia, Independencia, Alegría e Intuición. Conectamos desde nuestro medio rural, nuestras acequias, cascadas, río, con el AGUA que canta y que ríe, y sus tótems de limpieza como la rana y sus conciertos nocturnos.
Conectamos con el Sol, con La Luna, seguimos el curso de las estrellas en los cielos y recordamos nuestros orígenes. Y navegamos hacia esa aldea sostenible, planetaria, esa aldea de paz.
Soy una Loba, que ahora es una gata con la piel sensible, renaciendo. Como una gata, fieramente independiente. Como una perra, leal. Como una Loba, sabe estar en solitario y en manada. Fieramente leal a la manada. Esa energía feroz subyace, ahora dulcificada. Ahora necesito y cuento con, aunque me gustaría más, afecto y compañer@s jugueton@s. Es momento de equilibrar interacciones sociales y soledad.
Para tod@s las que entrábais y no veíais novedades este texto; cuando la serpiente muda la piel no tiene muchas palabras. Cuando se renace, hace falta un tiempo, para dejar a las nuevas formas que broten. Para que el ello pueda desplegar nuevas formas potenciales. Un abrazo, manada.
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