La Loba es un país. Un territorio de búsqueda y a ratos el mapa de algunos viajes. Plantamos la semilla de un sueño, un país en el que estar mujeres, nosotras y otras, nosotras, en acoplamientos varios. Aullaron las lobas y se creó La Loba, la casa-escuela de mujeres. Compartimos, hicimos obra, hubieron talleres y comidas, huertas...creimos y creamos y se dió a luz un mundo.
Y del fondo fusionado surgieron grietas. Llegó la diferenciación. El mundo se rasgó. Y ahora se está revelando un gran potencial, posibilidades varias que surgen de un renacimiento dinámico. Dar a luz a algo mágico, una nueva fase de expresión. Ideas y sueños que latían por debajo pugnan por salir.
Es una invitación a convivir, a pasar días juntas y ver qué códigos existen ya, y cuales podemos trenzar. A ser arriesgadas, atrevidas y en búsqueda... A usar el coraje para el mestizaje... A buscar modos nuevos de cuidarnos, de mezclarnos y aprender, sin mesianismos desde una horizontalidad diferenciada.
En este periodo la diosa Oya, Afrocubana, nos acompaña. Oya cuida el cambio y dice:
"Obro de manera profunda,
Siempre presente...
Siempre en movimiento.
Obro de manera dramática,
Con el trueno y el rayo,
Arrasando y desarraigando...
Lo que no puedo es ser ignorada."
Y con la tristeza de la rasgadura, con la belleza de la primavera, zambullirnos en ella con los dedos bien abiertos y dejar que nos sostenga...Igual que la tierra, esferas que vamos girando.
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