Noviembre 2013. Sombra y daimones.
En una
carta escrita en 1937, Jung decía que trabajar con la sombra -no es más
que una actitud. Una debe comenzar aceptando y tomando seriamente en cuenta la
existencia de la sombra, luego debe percatarse de sus cualidades y sus
intenciones y, por último, debe afrontar la inevitable y laboriosa faena de
negociar con ella.-
Estos días,
en el puente del 1 de Noviembre de 2013, con la festividad de los muertos y la
luna nueva, y ese Samhain- Halloween que va tomando más realce, sustituyendo al
carnaval en el tema de las máscaras, y presentar otros lados nuestros, hemos
convivido al hilo de la sombra y de la obsidiana. Las que estábamos, hemos
hecho placer del aceptar nuestras zonas oscuras y al hilo de comidas, paseos y
compartires, hemos hilvanado esperanza en unas épocas en las que parece que hay
mucho dolor rondándonos y bastante sensación de escasez en muchas personas.
A través de
nuestras lecturas, hemos enfocado el concepto de lo daimónico, a través la
lectura del artículo de Stephen A. Diamond, conocedor de la obra de Rollo May.
Lo daimónico es aquella fuerza primordial, indiferenciada e impersonal de la
naturaleza. Puede ser al mismo tiempo un motivo de destrucción. Como una fuente
de orientación espiritual. Dicha función arquetípica fundamental de la experiencia
humana, dicha realidad existencial, puede convertirse en un acicate para la
creación o en un terremoto destructivo, y con mucha frecuencia en ambas cosas a
la vez. Así cualquier función natural- a través de ese daimón- que tiene el
poder de dominar a la totalidad de la persona- como la sexualidad, el erotismo,
la cólera, la pasión y el anhelo de poder, puede convertirse a través de esa
“monopolización daimónica” en una pérdida de nuestro centro. Si un fragmento ocupa el control de nuestra
personalidad, perderemos el equilibrio.
Así, los daimones, son “buenos” o “malos”, constructivos o destructivos,
según la relación que la persona sostiene con ellos. Así es nuestra tarea
permitir que lo que nos puede inspirar y llevar al arrebato de belleza y de
gracia, no se convierta en pozos oscuros en los que perdemos absolutamente
nuestro poder. Es nuestra tarea humana pugnar por la integridad, la libertad y
la responsabilidad y encontrar huecos para que se expresen las fuerzas
numinosas, trabajando a favor de la integración de los individuos y del Yo. Por
lo tanto es nuestra obligación ética y moral elegir una respuesta, que nos
lleve hacia el desgarramiento o a la integración a través de lo simbólico (sym-bollein,
reunir/juntar) Lo simbólico es pues lo que reúne, lo que vincula, lo que
integra al individuo consigo mismo y con el grupo. Lo diabólico, es aquello que
lo desintegra, aquello que lo mantiene separado. Ambas facetas se hallan
presente en lo daimónico. Así, para que no nos pase más lo que May describía
como el sunami de la violencia. <> Así pues,
asumamos con resolución nuestros trabajos personales, grupales para construir
nuestras decisiones de una forma constructiva, con un compromiso hacia “la
imaginación activa”, a través de la observación y los registros de nuestras
experiencias subjetivas. Cuando asuminos nuestros “demonios” internos-
simbolizados en aquellas tendencias que más tememos y rechazamos- los
transmutamos en útiles aliados, en energía psíquica renovada y apta para
propósitos más instructivos. Lo que antes habíamos negado y rechazado se
convierte en una verdadera fuente redentora de nuestra VITALIDAD, CREATIVIDAD Y
ESPIRITUALIDAD.
Y en esas
hemos estado, entre nosotras, haciéndonos de espejos, con el tema de las
madres, y otros elementos de nuestras sombras y algún mozo atrevido y con su
lado femenino bien puesto además del masculino que ha disfrutado y compartido,
la sala, las ricas comidas, y el valle hermosamente otoñal.
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