Las cosas más bellas son más ligeras que el aire. Arearea.

En su primera conferencia de Seis propuestas para el próximo milenio, Italo Calvino presenta la creación literaria como una lucha contra la pesadez:
En los momentos en que el reino de lo humano me parece condenado a la pesadez, pienso que debería volar como Perseo a otro espacio. No hablo de fugas al sueño o a lo irracional. Quiero decir que he de cambiar mi enfoque, he de mirar el mundo con otra óptica, otra lógica, otros métodos de conocimiento y verificación. Las imágenes de levedad que busco no deben dejarse disolver como sueños por la realidad presente y del futuro… (Calvino, 1989, 19)


Este cuadro de Gauguin, Arearea, muestra la belleza floral. Y es leve aunque rotundo. Decía Lezama Lima, que en Japón el beso era desconocido (obviamente no debe ser cierto), ya que el excesivo culto por las flores en ese pueblo, conviertía todo el cuerpo en labios. Y eso me recuerda una foto del suplemento del País reciente en la que la boca estaba hecha con pétalos de rosa rosa.


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