El nombre del mundo es bosque

El nombre del mundo es bosque se publicó en 1976, aunque está basada en una novella que Ursula K. Le Guin escribió en 1972 y que mereció el Premio Hugo. Forma parte de lo que se conoce como el Ciclo Hainish o Ekumen. A pesar de que la autora niega la existencia real de una saga , es indudable que todas las historias que se enmarcan en dicho ciclo tienen elementos comunes.
Tres de las principales historias ambientadas en este ciclo son La mano izquierda de la oscuridad (1969), Los desposeídos (1974) y El nombre del mundo es bosque (publicada en tercer lugar pero cuya creación la sitúa en segundo puesto), que hace un año Minotauro publicó en un volumen conjunto, Los mundos de Ursula K. Le Guin.
La ciencia-ficción de Le Guin se caracteriza por su interés en las ciencias sociales; así, aunque las historias estén situadas en mundos imaginarios, todas están empapadas de reflexiones antropológicas y sociológicas, en donde la cultura, la identidad sexual, el feminismo y la ecología son temas fundamentales.
En el universo Hainish conviven diferentes razas descendientes de una civilización humanoide ancestral que habitaba el planeta Hain y que colonizó numerosos planetas, incluido la Tierra. Si bien la mayoría de las razas resultantes son similares a la humana, la ingeniería genética provocó importantes modificaciones; en el momento actual cada colonia actúa en solitario, olvidando el resto de mundos afines. Las historias de este ciclo se centran en los esfuerzos por restablecer la civilización a escala galáctica mediantes viajes interestelares y la utilización del “ansible”, que permite la comunicación instantánea a pesar de los años-luz de distancia. Para ello, en una primera fase se crea la Liga de los Mundos, formada por nueve planetas conocidos y sus colonias; mientras en la segunda fase (que empieza en ‘La mano izquierda de la oscuridad’), los ochenta planetas restantes se unen en el Ekumen (“el mundo inhabitado”).

‘El nombre del mundo es bosque’ fue escrita durante la guerra de Vietnam, y la autora confiesa que las similitudes entre el conflicto real y el narrado por ella fueron intencionales:
Ese es mi Vietnam. Ante aquel hecho increíble y monstruoso, grité furiosa y frustrada desde la cima de mi voz [...] básicamente el libro es una protesta contra aquella guerra.
Estamos en el planeta Athshe, en su mayor parte agua y compuesto por cinco continentes de frondosa vegetación; sus habitantes son más pequeños que los humanos y están cubiertos de pelo verde. Tienen su propia lengua y dialectos, organización social y cultural, y además son extremadamente pacíficos, no conciben el asesinato. Athshe significa, a la vez, “mundo” y “bosque”. Pero ahora es llamada Nueva Tahití por los colonos terráqueos (los "yumenos") que han viajado veintisiete años-luz para obtener los recursos que ellos agotaron en su planeta: la madera. La colonia queda bajo las órdenes del Ejército y los nativos son utilizados como mano de obra “voluntaria” que, como todos podéis imaginar, en realidad es esclava. Los habitantes originarios pasan a ser llamados de forma peyorativa “crichis”; son denigrados, maltratados, violadas sus mujeres, y obligados a aceptar la lengua inglesa y sus costumbres. Ni siquiera se les permite mantener su biorritmo natural, distinto del humano: no duermen, pero sueñan. Para los athshtianos el tiempo-sueño es tan real como el tiempo-mundo. Así ven ellos a los colonos:
Matan a hombres y mujeres; no perdonan en la contienda. Han dejado sus raíces en otra parte, tal vez ese otro bosque de donde ellos vienen, ese bosque sin árboles. Por eso toman venenos para poder soñar, pero sólo consiguen embriagarse o enfermarse. […] Si los yumenos son hombres, son hombres ineptos, incapaces de soñar y de actuar como hombres. Por eso mismo van de un lado a otro, atormentados, y destruyendo y matando, […]. Si son hombres, son hombres malvados, que han renegado de sus propios dioses, y que temen verse las caras en la oscuridad.
Cuando la mujer de uno de los athshtianos es violada por el Capitán Davidson, Selver, su pareja, comienza a soñar con la rebelión de los nativos y se desencadena la guerra. Las referencias a la guerra de Vietnam son diversas: el desequilibrio de armamento entre los contendientes, las tácticas de guerrilla empleadas por los nativos y la simbiosis de estos con su hábitat, que los hace pasar fácilmente desapercibidos.
‘El nombre del mundo es bosque’ es una de las novelas de Le Guin donde es más evidente el trasfondo ecologista y pacifista que enmarca muchas de sus historias. El ser humano, movido por la sed de poder (político, económico, social), arrasa la naturaleza para conseguir sus objetivos, sin percatarse que sin ella ninguna vida es posible. L@s nativ@s representan aquí la utopía pura: los recursos naturales son cuidados y venerados, no existe la guerra y, en general, su estar-en-el-mundo se encuadra en un horizonte más filosófico y ético.
De nuevo, el choque entre dos civilizaciones diferentes (pero con un origen común) constituye el núcleo de la historia; es la oposición entre lo que pudo haber sido, y lo que terminó siendo, la lucha ciega contra una cultura desconocida, el enfrentamiento antes que el entendimiento. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario