Comparto un escrito de Luis Otero en esta temporada alrededor de María Magdalena... y en ese vínculo con las baleares, presentes para mí al otro lado de Valencia, y de Las Rotas de Dénia...
Esta historia que hoy comparto con todos es muy especial para mí y estoy seguro que lo llegará a ser para muchas personas porque en sí misma tiene una luz hermosa y poderosa que llega al corazón. Se trata de una historia que hace unos años durante una meditación profunda me ‘contaron’, vi e incluso sentí la vida de una persona muy especial…
Ya iremos viendo, yo siento un impulso muy fuerte hacia Menorca últimamente. La que presenta la energía femenina.
El petirrojo simboliza la felicidad, la guía en la sabiduría del cambio, la claridad de visión, el crecimiento, la renovación... Los petirrojos son amables amigos en nuestro camino de montaña. Salen a nuestro encuentro para dejarse ver.. y luego desaparecer. Curiosean con l@s intrus@s que se acercan a su territorio y no dudan en hacerlo saber. Su característico canto nos acompaña especialmente al amanecer, cuando el sol empieza a despertar en el horizonte. Las tribus nativas de Norteamérica lo han considerado desde siempre un mensajero del sol, del regreso de la primavera después del crudo invierno. Su llegada anunciaba la esperanza y la alegría de la nueva estación y por eso el petirrojo siempre es tan bien recibido. No en vano su pecho de color rojo y sus pequeñas plumas amarillentas nos recuerdan al brillo de nuestro sol. Pero también su ojo rodeado de una fina linea amarilla nos recuerda su claridad de visión. L@s Chaman@s de Norteamérica invocaban al espíritu del petirrojo para tener claridad en la toma de sus decisiones, especialmente aquellas que implicaban un cambio. El rojo es fuego. El fuego es cambio, es transmutación.
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