
Comparto un escrito de Luis Otero en esta temporada alrededor de María Magdalena... y en ese vínculo con las baleares, presentes para mí al otro lado de Valencia, y de Las Rotas de Dénia...
Esta historia que hoy comparto con todos es muy especial para mí y estoy seguro que lo llegará a ser para muchas personas porque en sí misma tiene una luz hermosa y poderosa que llega al corazón. Se trata de una historia que hace unos años durante una meditación profunda me ‘contaron’, vi e incluso sentí la vida de una persona muy especial…
…una
mujer mayor, cuya sola presencia irradiaba un magnetismo sorprendente y
cuyas palabras, cargadas de profunda sabiduría, llegaban fácilmente al
corazón de quienes la escuchaban. De ella supe que había conocido en
persona a Jesus de Nazaret y que predicaba el mensaje que le había
enseñado su Maestra María Magdalena, o quizás… era ella misma, pero
entonces no lo supe distinguir. Supe además que esa mujer viajó por el
Mediterráneo de Oriente a Occidente, en compañía de un reducido grupo de
personas, mujeres en su mayoría, y que éstas acabarían convirtiéndose
en maestras de un ancestral legado espiritual, un tesoro inmenso,
sagrado e invaluable que iba a ser necesario custodiar de forma secreta
por el bien del futuro de la humanidad. En cierta manera ese grupo de
personas sabían que les esperaban momentos duros, que iban a tener
muchos enemigos… y muy oscuros, pero que no les quedaría más remedio que
ser valientes y convertirse en faros de luz divina en los difíciles
tiempos que les iba a tocar vivir. Esa gran mujer viajó por muchos
lugares enseñando y al mismo tiempo preservando un conocimiento sagrado
que le había sido entregado desde su juventud. Uno de esos lugares a
los que llegó fue Mallorca, la Mallorca del siglo I d. C., a la cual
decidió viajar siguiendo las visiones que había tenido en un sueño en
el que se aparecían dos montañas gemelas de forma muy característica.Ya iremos viendo, yo siento un impulso muy fuerte hacia Menorca últimamente. La que presenta la energía femenina.
Este escrito también es de Otero sobre los petirrojos, muy presentes para mí, desde Glastonbury en el 2010 y que siempre me traen buenas nuevas y están en Olba, y en tamera, y en muchos momentos de sincronías.El petirrojo simboliza la felicidad, la guía en la sabiduría del cambio, la claridad de visión, el crecimiento, la renovación... Los petirrojos son amables amigos en nuestro camino de montaña. Salen a nuestro encuentro para dejarse ver.. y luego desaparecer. Curiosean con l@s intrus@s que se acercan a su territorio y no dudan en hacerlo saber. Su característico canto nos acompaña especialmente al amanecer, cuando el sol empieza a despertar en el horizonte. Las tribus nativas de Norteamérica lo han considerado desde siempre un mensajero del sol, del regreso de la primavera después del crudo invierno. Su llegada anunciaba la esperanza y la alegría de la nueva estación y por eso el petirrojo siempre es tan bien recibido. No en vano su pecho de color rojo y sus pequeñas plumas amarillentas nos recuerdan al brillo de nuestro sol. Pero también su ojo rodeado de una fina linea amarilla nos recuerda su claridad de visión. L@s Chaman@s de Norteamérica invocaban al espíritu del petirrojo para tener claridad en la toma de sus decisiones, especialmente aquellas que implicaban un cambio. El rojo es fuego. El fuego es cambio, es transmutación.










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