Melusina
Historia
Melusina entra en la historia al final del siglo XIV, por Jean D´Arras que escribió una novela titulada La Noble Historia de Lusignan o La historia de Melusina en prosa. Sin embargo, Melusina es un hada muy vieja nacida en un pasado muy remoto. Algunos ven en ella una deidad celta protectora de la Font de Sé (Fuente de la Sed), otros creen que fue una superviviente de la Meluciena de los escitas. Los historiadores encuentran en ella la personificación de auténticas heroínas como la Reina Sibila. Michelet la reconoce sobre los rasgos de Leonor de Aquitania.La familia Lusignan reinó durante mucho tiempo en el Poitou. La familia explotó el mito haciendo de Melusina o mejor de la “Mère Lusigne” (la mère des Lusignan) la fundadora de su línea genealógica. La recuperación de las hadas por parte de las familias aristocráticas era algo habitual en los siglos XI y XII. En el País de Poitou estas criaturas —habitualmente nocturnas, llamadas luciérnagas, damas blancas o hadas— se aparecían en distintos lugares a diferentes personas.
Melusina es de origen real. Su madre, el Hada Presina había encantado a su padre Elinas, rey de Escocia, no sin hacerle prometer que nunca iría a ver mientras dormía. Elinas, incumplió su promesa y Presina tuvo que refugiarse con sus tres hijas Melusina, Mélior y Palestina en la isla perdida de Ávalon. Cuando las niñas crecieron usaron sus poderes de hada y decidieron encerrar a su padre en la montaña mágica de Northumberland. Presina las acusa entonces de ser unas malas hijas y de carecer de corazón, y envío a Melusina un sortilegio:
Tú Melusina que eres la más mayor, la más sabia y la culpable, por este encantamiento te convertirás en serpiente todos los sábados de cintura para abajo (....)Si Melusina encontraba un hombre para desposarse, éste nunca debía descubrir su secreto, si él lo desconocía Melusina podría vivir el resto de la semana como una mujer normal pero si lo hacía estaría condenada a sufrir ese tormento hasta el día del juicio final Melusina no tardó en encontrar a Raimondín. Cuando se hallaba cazando un jabalí en el bosque de Coulombiers y accidentalmente mató a su tío Aimery Conde de Poitiers. Raimondín se paró para calmarse en la Font de Sé. Melusina se le apareció en todo su esplendor danzando en medio de otras hadas. Gracias a su extraordinario poder logró que Raimondín pareciera inocente y aceptó casarse con él. Ella le hizo prometer no tener ninguna duda acerca de sus orígenes y de nunca buscarla en sábado. A cambio ella le ofreció su fortuna y una numerosa y larga descendencia. De su Unión nacieron diez hijos Urien llegó a ser rey de Chipre:
y estaba bien formado salvo que tenía un ojo rojo y el otro garzo y las orejas más grandes jamás vistas en un niño.Durante el primer año de su matrimonio, Melusina emprendió la construcción de varios castillos y fortalezas (Tiffauge, Talmont, Partenay) que contribuyeron a la pujanza y el esplendor de la familia Lusignan iglesias como Saint-Paul-en-Gâtine surgieron de pronto en medio de la campiña, también erigió las torres de la guardia en La Rochelle y la ciudad de Lusignan. Sin embargo el hada parecía más ducha en el arte de construir que en el de engendrar: Guion tenía un ojo más alto que otro, Antoine llevaba en las mejillas una garra de león, Geoffroy nació con un diente más grande que un pulgar, Fromont que se hizo monje tenía sobre la nariz una pequeña mancha peluda. Un sábado empujado por los celos de su hermano el Conde de Forez, Raimondin transgredió la regla y haciendo con su espada un agujero en la sólida puerta de hierro, fue esto lo que encontró:
Melusina se bañaba en una gran cuba de mármol, metamorfoseada como sirena: mujer hasta el ombligo peinándose los cabellos y del ombligo para abajo con una gran cola de serpiente como la de un gran arenque y la movía con tanto brio que salpicaba hasta el otro extremo de la estancia.Traicionada la sirena tuvo que huir y nunca más su marido volvió a verla con forma humana. La leyenda cuenta que Melusina volvía tres días cuando alguna de las fortalezas que había construido cambiaba de dueño, y que se aparecía gritando desconsolada cada vez que alguno de sus descendientes estaba a punto de morir.
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