Renée Vivien, Lucidez



El Buda de Villa BUganvilia sonríe feliz. Aquí en La Loba, con la primavera del vlle, los lirios, los paseos por el río y la ansiedad del agua de Blanca. Quisiera que hoy fuera ya viernes y en esta Tierra resonante, estar en Espejo Galáctico sin tener que ir de nuevo a Teruel mañana. Necesito estar en el notiempo y el valle, rio, y...
y ahora para compensar el poema de Rilke un poema de Renée Vivien, Lucidez.

Lucidez
El arte delicado del vicio ocupa tus recreos,
Y tú sabes despertar el calor de los deseos

A los cuales tu cuerpo pérfido y dócil se arrebata.
El olor del lecho se mezcla con los perfumes de tu ropa.
Tu rubio encanto se asemeja a la insipidez de la miel.
No amas más que lo falso y lo artificial,
La música de las palabras y de los débiles murmullos.
Tus besos se desvían y se insinúan sobre los labios.
Tus ojos son inviernos pálidamente estrellados.
Los lutos siguen tus pasos en tétricos desfiles.
Tu gesto es un reflejo, tu palabra es una sombra.
Tu cuerpo se aplaca bajo besos sin nombre,
Y tu alma está ajada y tu cuerpo usado.
Lánguido y lascivo, tu artero roce
Ignora la belleza leal del abrazo.
Mientes como se ama, y, bajo la dulzura fingida,
Se siente el arrastramiento del reptil atento,
En el fondo de la sombra, tal que un mar sin arrecife,
Los sarcófagos son aún menos impuros que tu cama…
¡Oh Mujer!, yo lo sé, ¡pero tengo sed de tu boca!
(I, 24-25)

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