El síndrome del patio de la escuela, y el duelo de no ser abuela (de sangre)

Esta semana me he sentido enferma con bastante fiebre. Invierno, el barrio bastante vacío, Javier aún en la costa evitando el frío, las generaciones más jóvenes buscando soluciones colectivas por la economía pero nuevas, no apoyando lo que ya está... me siento floja, creyendo en la libélula, creyéndolo todo más a veces con ganas de dejarlo todo, de no sostener. Hace un tiempo, cuando mi hermana Paz se quedó embarazada en el 2006, me dí cuenta de que me ponía triste y después de unos días de destripar lo que me pasaba, en aquel entonces me dí cuenta de que no sería abuela (de sangre)... Se habla del duelo de no ser madre biológica y esa decisión la he tomado muchas veces a lo largo de la vida, ser madre.. de un libro, de plantar un árbol, de un proyecto, pero no de un ser de carne en el modelo tradicional... pero la de no ser abuela con una nietecilla que vendría a abrazarme y a escuchar mis historias, la sentí ahí... A veces pienso, que en mi familia se nos ha dado mucho tiempo para elaborar, tengo aún yo una abuela que tiene 97 años y está estupenda, y estoy aún entre la madura, joven, niña, abuela que soy andando los caminos. Esta semana también, he sentido el síndrome del patio de escuela, que para mí quiere decir tener que ponerse en cola para que te hagan caso, hay pocas y tenemos que turnarnos para recibir escucha de las amigas, a veces lo complicado de la vida práctica, invierno, leña, desplazamientos, cuidar a l@s niñ@s de las amigas, hace que coincidamos a la vez y no siempre da tiempo para las conversaciones privadas, hay que aceptar el tiempo fragmentado y comerse la sensación de escasez...y pasar a currarse el sentir la abundancia y el agradecimiento... Y en ello estamos. Agradezco que hoy comience la onda de la noche magnética, ya que sirve para recordar el propósito, y la presencia de Blanca, la perra en cuya mirada siento la alegría y el agradecimiento día a día, y el poder jugar con ella a la vez que es bastante independiente me da fortaleza y la sensación de soledad acompañada.

 

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