La llave ensangrentada y las preguntas

Estoy pasando unos días en la pequeña Loba, la casa de Soraya en la Tosca. La nieve, el invierno, el aliento compartido para esas tareas que, si no, sostenerlas todas es de colosas, me han dado una semana nómada, en la que he ido de casa a casa, y desde ahí a dar clases. Con la familia de sangre, en Liria en Villa Perdida con Ana y sin ella, y ahora en el valle en casa de Soraya. Blanca también se va adoptando a nuestra modalidad, y muchas veces siento que sólo sabe cuidar a l@s otr@s en un espacio libre, quien se deja cuidar y sostener en espacios que hay que plegarse un poco a las formas de las otras. Aprender a respetar sus razones y sus formas, y embellecer junt@s lo posible. Sigo leyendo a Barbazul, e intentando entender y perdonar las heridas que nos drenan la fuerza. Sigo con textos de fragmentos de Clarissa Pinkola, la gran maestra, quién dice con palabras poco mejorables. 
Una mujer cuya alma se muere de hambre puede sufrir hasta el extremo de no poder resistirlo. Puesto que tiene la necesidad sentimental de expresarse a su propia de manera, las mujeres tienen que desarrollarse y florecer de una forma que a ellas les resulte sensata y sin molestas interferencias ajenas. En este sentido, la llave ensangrentada podría interpretarse también como la representación del linaje femenino de la mujer...

Una de las cuestiones menos debatidas de la individuación es la de que, cuando una mujer arroja toda la luz que puede sobre la oscuridad de la psique, las sombras allí donde no alcanza la luz, se intensifican todavía más. Por consiguiente, cuando una iluminamos una parte de la psique, se produce una intensificación de la oscuridad con la que necesariamente tenemos que enfrentarnos, pues no podemos pasarla por alto. La llave, es decir las preguntas, no se pueden ocultar ni olvidar. Se tienen que formular. Se tienen que responder.

La tarea más profunda suele ser la más oscura. Una mujer valiente y juiciosa procurará cultivar la peor tierra de su psique, pues si sólo cultiva la mejor, obtendrá a cambio el pero panorama que ella es. La mujer valiente no teme investigar lo peor. Ello garantizará un incremento del poder de su alma a través de las percepciones y oportunidades de examinar de nuevo la propia vida y el propio yo.

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