Beloved ones, change your thoughts before you try to solve your problems.
La melatonina o N-acetil-5-metoxitriptamina es una hormona encontrada en animales superiores
y en algunas algas, en concentraciones que varían de acuerdo al ciclo
diurno/nocturno. La melatonina es sintetizada a partir del aminoacido esencial triptófano. Se produce, principalmente, en la glándula pineal,
y participa en una gran variedad de procesos celulares, neuroendocrinos
y neurofisiológicos. Una de las características más sobresaliente
respecto a la biosíntesis pineal de melatonina es su variabilidad a lo
largo del ciclo de 24 horas, y su respuesta precisa a cambios en la
iluminación ambiental.
Por ello, la melatonina se considera una neurohormona producida por los pinealocitos en la glándula pineal
(localizada en el diencéfalo), la cual produce la hormona bajo la
influencia del núcleo supraquiasmático del hipotálamo, que recibe
información de la retina acerca de los patrones diarios de luz y
oscuridad.
La glándula pineal de los humanos tiene un peso cercano a los
150 miligramos y ocupa la depresión entre el colículo superior y la parte posterior del cuerpo calloso. A pesar de la existencia de conexiones entre la glándula pineal y el cerebro, aquella se encuentra fuera de la barrera hematoencefálica; y está inervada principalmente por los nervios simpáticos que proceden de los ganglios cervicales superiores. En 1917 se observó in vitro que extractos de glándula pineal producían un aclaramiento en la piel de sapo. A finales de los 50, Lerner
y colaboradores aislaron la hormona pineal a partir de pinealocitos
bovinos y describieron su estructura química:
5-metoxi-N-acetiltriptamina (melatonina). Si bien durante mucho tiempo
se consideró que la melatonina era de origen exclusivamente cerebral, se ha demostrado la biosíntesis del metoxindol en otros tejidos como la retina, la glándula harderiana, el hígado, el intestino, los riñones, las adrenales, el timo, la glándula tiroides, las células inmunes, el páncreas, los ovarios, el cuerpo carotídeo, la placenta y el endometrio. En l@s human@s
se produce una síntesis constante de melatonina que disminuye
abruptamente hacia los 30 años de edad. Después de la pubertad se
produce una calcificación llamada "arenilla del cerebro", que recubre la
glándula pineal, pero ésta sigue mandando melatonina. Estudios
recientes observan que la melatonina tiene, entre otras funciones
(además de la hipnoinductora), la de disminuir la oxidación; por esto,
los déficits de melatonina casi siempre van acompañados de los
siguientes efectos psíquicos: insomnio y depresión,
mientras que, en la metabolización, el déficit de melatonina parecería
tener por contraparte una paulatina aceleración del envejecimiento.
Las tormentas solares, responsables de las grandes llamaradas solares, afectan a nuestra melatonina. En el artículo El ojo en el cielo: la conexión magnética entre el sol y la glándula pineal de Alejandro Martinez Gallardo nos plantea: ¿Cómo es que estas llamaradas solares,
también responsables de los sublimes fuegos de plasma de las auroras,
nos afectan tanto? Al parecer se debe a que alteran nuestra producción
de melatonina, un neurotransmisor que se produce en la glándula pineal,
responsable de regular nuestro patrones de sueño y biorritmos. Según la
psiquiatra de la Universidad de Columbia, Kelly Posenr, la actividad
geomagnética puede “desincronizar los ritmos circadianos y la producción
de melatonina”.
La glándula pineal es una glándula
endócrina que yace entre los dos hemisferios cerebrales, a la altura del
entrecejo. Aunque no se conoce bien a bien su funcionamiento –hasta
hace poco más de 50 años se pensaba que era un excedente de la evolución
sin una función determinada, acaso solamente el centro de numerosas
especulaciones. Hoy sabemos que por lo menos produce melatonina, una
hormona cuya producción se ve afectada por la luz. La oscuridad, por
ejemplo, hace que se secrete melatonina –y es por esto que nos es más
fácil dormir en la oscuridad (pero en realidad diferentes longitudes de
onda de luz hacen que se secrete melatonina en diferentes frecuencias).
Esta hormona juega un papel también en el trastorno afectivo estacional
(“la depresión invernal”); interactúa con el sistema inmunológico,
tiene propiedades de antienvejecimiento y sirve como antioxidante.
Si bien es importante recalcar que para la ciencia actual la glándula
pineal es todavía una región relativamente inexplorada, sabemos que
contiene vestigios de una retina y parece operar como transductor
magnético. Las células pinealocitas en muchos vertebrados no-mamíferos
son similares a las células de la retina (algunos reptiles cuentan con
un tercer ojo parietal fotosensible que les permite usar al Sol como
compás; las aves son capaces de “ver” el campo magnético a través de fotoreceptores que se encuentran en la glándula pineal
). Algunos científicos creen que las células pineales en todos los
vertebrados comparten un ancestro evolutivo en común con las células
retinales (no es quizás casualidad que la glándula pineal históricamente
sea identificada con “el tercer ojo” o con un ojo dormido, literalmente
parece que es un tercer ojo dormido).
Aunque las producción de melatonina en
la glándula pineal podría estar determinada por una conexión con los
nervios ópticos, es interesante explorar la posibilidad de que esta
pequeña glándula en forma de cono de pino tenga, en sí misma, una cierta
capacidad fotoreceptora y magnetorecpetora. Recientemente se ha
descubierto la presencia de minerales ferromagnéticos (es decir que
pueden actuar como magnetos) en la glándula pineal. Un estudio realizado en la Universidad de Ben Gurion,
en Israel, encontró la presencia de microcristales de calcita en la
glándula pineal. Los autores del estudio señalan que “estos cristales
podrían ser responsables de una transducción biológica
electromagnética”, lo que es sugerido por su “estructura y propiedades
piezoeléctricas”. ¿Son estos minerales los que interactúan con los
campos geomagnéticos producidos por la lluvia de fotones del Sol que
choca con la atmósfera de la Tierra?
La percepción del Sol Invisible
Hasta ahora hemos visto, desde una
perspectiva científica, que la glándula pineal, a través de una
sensibilidad –no del todo entendida– a los campos magnéticos, convierte
la luz del sol en un determinado estado mental. Aquello que se genera a
millones de kilómetros de distancia en la corona de una estrella acaba
siendo parte de nuestra modulación psíquica (el Sol se convierte en tus
pensamientos). Esto, a grandes rasgos, parece ser un razonamiento
científicamente intachable. Esto de manera más sutil, es justamente lo
que la filosofía mística (o la otra ciencia) lleva diciendo miles de
años.
Si bien el descubrimiento de la
afectación psicobiológica a los fenómenos astronómicos es una incipiente,
y aún controversial, línea de estudio en la ciencia moderna,
antiguamente incluso se tenía una disciplina específicamente dedicada a
estudiar la patología humana y su relación con eventos astronómicos y
movimientos planetarios (más allá de la astrología): las
iatromatemáticas
Que la glándula pineal podía ser un
órgano para percibir una luz invisible (un campo magnético, por ejemplo)
fue claramente atisbado por el pensamiento védico. En los Upanishads se
habla del ser humano como una entidad compuesta por 10 puertas. Nueve
de ellas (los ojos, las fosas nasales, los oídos, la boca, la uretra, y
el ano) llevan hacia fuera, a la percepción del mundo exterior. La
décima puerta, el tercer ojo (ubicado en el ajna chakra, en el
entrecejo, en el caso de Shiva, entre una guirnalda de serpientes) es el
puerto de acceso a los mundos interiores (al decir interiores la
referencia es a las habitaciones interiores de la mansión de la mente de
Dios, donde yacen los mundos superiores, las dimensiones astrales). El
tercer ojo es siempre, a través de diversas culturas, la apertura divina
–la visión holográfica– dentro del ser humano.
En el Bhagavad Gita se habla de la apertura de esta puerta en el momento cúlmen:
Aquel que en el
momento de la partida no distrae su mente y su amor, estando en el Yoga
(en fusión con Ishvara [el Sol detrás de la oscuridad], con el Dios
Creador, la Conciencia Primordial), quien abre el pasaje de energía
entre los ojos – aquel obtiene el más Alto Espíritu Divino.
Según la filosofía vedántica advaita, el
ser humano proyecta sus propios atributos en el Brahman, el supremo
espíritu cósmico, de suyo inconmensurable. La aparición del infinito
Brahman en la finita mente humana es conocida como Ishvara, también
representado en el Bhagavad Gita como el Sol. De aquí es posible
extrapolar una relación intrínseca en la recurrente representación de la
divinidad como el Sol en la mente humana, de la luz como lo divino.
La
evolución religiosa de esta relación entre la glándula pineal y el Sol
(una relación del hombre como imagen de Dios) tiene un claro hito en
Egipto. Aquí tenemos una serie de repersentaciones que parecen indicar
que los egipcios tenían conocimientos de la glándula pineal asociados
con un tercer ojo, u ojo espiritual. Por una parte tenemos la
representación como un ojo único de Horus, el dios del Sol, hijo de
Osiris e Isis (“el hijo del nuevo eón”) y como tal símbolo de la fusión
de los opuestos –al igual que la glándula pineal yace en el centro del
cerebro, entre los hemisferios y entre los dos ojos. Este símbolo parece
haber evolucionado en el símbolo cristiano del Ojo de la Providencia
(recordemos que Cristo es un avatar arquetípico de Osiris) y en el
masónico del Ojo en la pirámide destruncada (el Ojo que Todo lo Ve). Ahí
mismo tenemos el báculo de mando de Osiris, en el cual aparece un cono
de pino con dos serpientes entrelazadas. Sin duda uno de los símbolos
más poderosos de la historia, evocando el conocimiento, la medicina y
la alquimia –quizás en un preclaro atisbo, justamente a través de la
visión interna, del ADN—y posiblemente también a la serpiente kundalini
(una conexión entre Shiva y Osiris), la energía vital que se eleva desde
los genitales hasta el tercer ojo y la coronilla, a su paso encendiendo
y depurando los centros energéticos.
El cono de pino al parecer es un símbolo
de la glándula pineal, activada a través del encauzamiento de la
energía kundalini.
La forma conífera de esta glándula hizo que se le
llamara “pineal” o relativa al pino, según fue acuñado por el médico
griego Galeno. La presencia del cono de pino puede observarse en el
báculo del Papa y en la misma Plaza de San Pedro, donde una inmensa estatua de cono
de pino está rodeada de unos pavorreales (aves relacionadas con la
divinidad en Egipto). Estos dos símbolos, el cono de pino y el ojo en un
triángulo, aparecen en numerosas iglesias y templos alrededor del
mundo. Por ejemplo, en la Catedral de la Ciudad de México puede
observarse el Ojo de la Providencia en más de un altar y en los motivos
pineales, que para el observador incauto podrían confundirse como meras
decoraciones, en la estructura de la nave. Aunque también habría que
decir que en la espiral que forman los conos de pino se ha observado la
secuencia Fibonacci y la proporción del número áureo, así que además de
esta connotación esotérica, tiene una armonía estética que podría atraer
sin la necesidad de una significación oculta.
Y Rene Descartes entrevió un centro
unitario espiritual en el cerebro humano. Descartes famosamente designó
la glándula pineal como el asiento del alma. La paradoja es doble, el
hombre que concibió el racionalismo (después de un revelador sueño) usó
lo que a la postre parece ser más la intuición que el pensamiento
racional para ubicar el tercer ojo. En todos los demás sitios Descartes
encontraba la dualidad, menos en esta glándula pineal, la cual describió
como una flama pura que era llenada por espíritus animales y la cual
integraba la percepción humana. Este “gran error” de la anatomía
filosófica de Descartes hoy en día parece como un destello de genio.
En este espíritu es interesante traer a colación el trabajo
del Dr. Rick Strassman, una de las pocas personas que ha podido realizar
estudios con dimetiltriptamina (DMT), una poderosa molécula de acción
psicodélica que, según este médico de la Universidad de Nuevo Mexico,
podría ser secretada por la glándula pineal y podría ser responsable de
detonar lo que se conoce como experiencias cercanas a la muerte. Hay que
enfatizar en que, pese a lo que a veces se dice, Strassman no ha
probado que la glándula pineal genere DMT o que el ser humano lo
secrete, muy similar en su composición a la serotonina, en el momento de
su muerte. Sin embargo, Strassman sugiere que la glándula pineal cuenta
con todos los precursores necesarios para generar DMT y es el asiento
lógico de esta sustancia que por otro lado, como la melatonina, parece
tener una relación con la generación de vívidas imágenes oníricas,
parafraseando a Shakespeare, parece ser la “sustancia de la que están
hechos los sueños”.
Curiosamente la ayahuasca, “la viña de los espíritus”, está compuesta de
dos plantas que parecen tener alcaloides que son secretados de manera
natural en la glándula pineal. Por una parte la chacruna, la planta que
contiene DMT, y por otro lado la liana Banisteriopsis caapi,
que contiene alcaloides conocidos como beta-carbolinas, los cuales
actúan como inhibidores de la monamina oxidada y hacen activo el DMT vía
oral. Alcaloides beta-carbolinas como la pinolina y la triptolina se
forman en la glándula pineal de manera natural. Chamanes y sanadores que
utilizan ayahuasca sostienen que sus visiones no son alucinaciones,
¿acaso esto se debe a que químicamente se consigue activar el tercer ojo
en la glándula pineal?
La pregunta fundamental es si el tercer ojo, ubicado en la glándula
pineal, esa puerta solar secreta en el cerebro humano, es solamente una
metáfora de la iluminación (y de la aniquilación de la dualidad) o
verdaderamente un órgano en estado de duermevela que puede activarse a
través de ciertas técnicas arcanas y de una correcta interacción con la
energía electromagnética que proviene del cosmos en la forma de fotones
(la partícula que no tiene antipartícula, unidad cuántica de la
información en su estado puro e indeterminado). Muchos de l@s grandes
místic@s de la historia de la humanidad han hablado metafóricamente de
la iluminación haciendo referencia a un ojo que percibe lo que yace
velado y que desencadena un cambio sustancial en la conciencia orgánica.
En el evangelio de Mateo (6:22) se dice
“La luz del cuerpo es el ojo; de esta forma a si tu ojo es uno, todo tu
cuerpo estará lleno de luz”.
Se le atribuye a Buda haber dicho “Oh
hombre de nobleza, recuerda el cielo puro abierto de tu naturaleza
verdadera. Regresa a él. Confía en él. Es tu hogar”, lo que se
interpreta como una metáfora de la (re)apertura del tercer ojo –también
simbolizado como una perla de luz azul.
William Blake en su poema Augurios de Inocencia,
donde también describe un fractal (un mundo en un grano de arena)
también habla sobre este misterioso ojo: “We are led to believe in a
lie, when we see not though the Eye”. Una mentira nos guía cuando no
percibimos con el Ojo, el Ojo que nació “cuando el alma dormía en rayos
de luz”.
Sir Thomas Browne lo evoca
tangencialmente en una frase que siempre me ha parecido hermosa y
enigmática: “Life is a pure flame and we live by an invisible sun within
us” (“la vida es una flama pura y vivimos como por un sol invisible
dentro de nosotros”). Ese sol invisible, en una interpretación libre,
debe de ser el ojo secreto que participa en la luz divina.
Una última pincelada de esta relación
entre el ojo y el Sol, según los Brahma Sutras, cuando un ser humano es
llevado más allá de la muerte “la palabra se convierte en fuego e
ilumina, la respiración se convierte en viento y purifica, y el ojo se
convierte en el Sol y arde”.
El misterio está cifrado en el lenguaje
de los símbolos. La trinidad entre el Ojo, el Sol, y la Divinidad es uno de los
andamios simbólicos más profundos y enigmáticos. Podemos hablar mucho
sobre esta relación y hasta encontrar destellos poéticos de iluminación
verbal, pero no estaríamos más que rodeando una representación,
sembrando un laberinto. Si queremos comprender el secreto de este
misterio, tendremos que probar con nuestro propio cuerpo abrir ese ojo
interno.
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