Rito de sanación de la ruptura madre/hija
RITO:
SANACIÓN DE LA RUPTURA MADRE/HIJA
Maureen Murdock nos propone este
rito para el restablecimiento de la relación que existe entre tu madre
y tú. Puedes celebrar este rito sola o con un grupo de mujeres que también
estén comprometidas en la sanación de su ruptura madre/hija. Si no tienes un
grupo de mujeres, pide el apoyo y la presencia de una amiga íntima. Cuando te
decidas a celebrar este ritual, no sólo manifiestas la intención de restablecer
tu relación con tu madre sino que también te autoinvitas a alinearte con lo que
se necesita para sanar la ruptura presente en el interior de tu naturaleza
femenina.
Pon un bonito altar de flores, una vela y una
imagen o una figura de la Diosa para honrar tu relación con tu madre. Busca una
fotografía de tu madre o cualquier objeto que ella te haya dado y que colocarás
más tarde, durante el desarrollo del ritual, en el altar. Al empezar el ritual,
invoca la guía y la sabiduría de la Madre Diosa.
Tanto si alguna vez te has sentido querida,
aceptada, protegida, alimentada y bien recibida por tu madre, como si te has
sentido rechazada, abandonada y criticada, tanto si tu madre ha estado presente
como ausente, si ha podido tocarte o no, vas a realizar este ritual para
buscar, al menos parcialmente, quien es o quien fue en tu vida. De
algún modo, tu madre lo hizo lo mejor que pudo teniendo en cuenta su propio
ambiente familiar, el momento histórico que le tocó vivir, su sentido maternal
o su carencia del mismo, su salud, situación económica, estado civil; lo que le
estaba socialmente permitido como mujer, y el apoyo que recibió para ser una
buena madre, tanto de su esposo como de la cultura a la que perteneció.
Rinde
honor a su fuerza, su sabiduría y su capacidad de entendimiento, y agradécele
el haber elegido que nacieras. (Puede que en este momento no te sientas con
fuerzas para hacerlo, pero de lo que se trata en este momento es de abrir el
corazón para que puedas creer que tu madre hizo las cosas lo mejor que supo).
Al realizar este rito vas a curar las heridas de tu madre a la vez que las
tuyas, de forma que ya no te vuelva a acompañar la idea de tu madre unida a una
sensación de dolor, cosa que a partir de ahora puedas empezar a sentir ante esa
idea la luz de tu madre.
Piensa
qué es lo que necesitas conseguir a través de este rito para mejorar tu
relación con tu madre. Por ejemplo, si necesitas comprenderla, perdonarla,
sentirte responsable de ella, aceptarla, sacar algún aspecto de ella que ella
haya mantenido oculto, llorar su pérdida, dejarla ir, pedirle a ella que te
deje marchar…
Coloca
el objeto o la fotografía en el altar y ve enunciando en voz alta la línea
femenina de tu genealogía. Por ejemplo, yo tendría que decir: <>
Si
otras mujeres forman parte en este rito haz una breve semblanza de tu
madre. Después, dirígete directamente a tu madre y cuéntale qué es lo que
aprecias de ella, o qué es lo que sigues necesitando de ella. Cuando hayas
terminado, enciéndele una vela, bendícela y deja que se vaya.
Los siguientes
ejemplos proceden de un ritual celebrado en grupo que formó parte de un taller
del Viaje Heroico en la costa noroeste del Pacífico.
Ellen llamó a media noche a su madre dos
días antes de que iniciáramos nuestro taller para pedirle prestado su medallón.
Lo puso en el altar diciéndonos con una sonrisa que esa era la pieza que más le
gustaba del joyero de su madre porque contenía un secreto. Dentro del medallón
estaba una foto de su padre, y debajo de esa foto estaba la de otro hombre
llamado “Mike, el vaquero” que había tenido algún tipo de relación con su madre
antes que su padre. Ellen dijo que el medallón representaba una chispa que su
made tenía escondida en su interior. Ellen quería pedirle que esa chispa fuese
para ella. Cuando habló con su madre en el rito le pidió ¡una chispa de ánimo
para sí.
Francine colocó en el altar la
fotografía de una mujer peinada en el estilo de los años cuarenta y nos dijo: Mi madre
era una fumadora empedernida y adicta a los barbitúricos. Murió por no saber
cuidar de sí misma. Enseñó a sus hij@s a cuidar de sí mism@s, pero no supo
hacer lo mismo con respecto a ella. Murió de un enfisema y de un problema de
hígado. Durante la segunda guerra mundial había sido una mujer fuerte,
enfermera del ejército. Me tuvo estando completamente sola y me cortó el cordón
umbilical con las tijeras de costura. Había llamado al hospital para que fueran
a por ella, pero no se creyeron que fuera a dar a luz tan rápido. Después de
que yo naciera, volvió a llamar al hospital, sostuvo el teléfono para que
oyesen el llanto del bebé que era yo, y les dijo: “Y ahora, ¿me creen o no?
Entonces enviaron una ambulancia.” Y dijo a continuación: -Quiero rendir
mi homenaje a mi madre por la fuerza que tuvo, pero me hubiera gustado que
hubiera tenido ayuda para resolver sus problemas. Siempre la consideré
responsable de su adicción. Cuando murió, yo era demasiado pequeña y echaba de
menos tenerla como madre. -
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